El único premio para el docente es el discente. Para el profesor, enseñar es lo mismo que sembrar y nuestros frutos son los conocimientos que el alumnado adquiere y que demuestra a través de exámenes, esfuerzo, trabajo y notas. No tenemos ni conocemos otro medio para demostrar que ellos están aprendiendo.
Pero, ¿qué ocurre cuando creemos que están aprendiendo y ellos no lo hacen? ¿cuándo luchamos y tiramos de la cuerda y ellos la dejan caer como si tal cosa?
Pues ocurre que nos llenamos de frustración y decepción.
¿Cómo concienciar? ¿Cómo inculcar?